Salieron sus pechos a buscar la luna
Y en una tarde de llantos,
Su corazón se apretó contra el mío
Para llevarse la última pena.
Se fueron unos gramos de su alma
En alas de placeres desteñidos,
Envueltos en un viejo ron dominicano
Que destilaba reflejos del mismo olvido.
De tanto mirar las estrellas
Se fue cayendo su gracia,
Que abandonada en una vereda
Se secó bajo un sol del olvido.
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